Cuando el pozo se seca

miércoles, 18 de julio de 2012

BÚSCAME A MÍ EN TU HUMANIDAD


Hace tiempo leí la reflexión que el P. Jorge Mario Bergolio S.J hace como prólogo del libro “Discernimiento y lucha espiritual” ¿es posible conquistar a Dios?:

¿Puede el hombre arrogarse el poder de manipular a Dios como si fuera un objeto más en su mundo?... “Buscas a los que se te escapan y te escapas de los que te buscan”… Conquistar a Dios es dejarse conquistar por Él…Esto constituye un combate contra nuestro deseo de encontrar a Dios más en nuestros rastros humanos que en sus huellas divinas. Los rastros de nuestros logros o fracasos y no las huellas de las realizaciones de Dios; el rastro de nuestros dolores y no las huellas de sus fecundas bendiciones; el rastro de nuestros pecados y no las huellas de su perdón. Discernimiento espiritual es animarse a ver en nuestros rastros humanos las huellas divinas.

Sin darme cuenta Dios me fue dando esta experiencia para llegar a mis propias conclusiones:
  1. 1.      La voluntad de Dios está dentro de mí ¡cuántas veces quise encontrar una respuesta en las circunstancias o en las personas! Siempre obtuve el mismo resultado: contradicción, duda, incertidumbre…Muchas veces interpreté que la voluntad de Dios se manifestaba en alguna circunstancia que aparecía en mi camino y no niego que esto pueda ser posible, pero uno no puede tomar en cada momento esas “buenas alternativas” sin hacer un discernimiento interior. En esa “buena alternativa” puede estar oculta la acción del mal que se disfraza de ángel de luz y que logra separarnos del camino de santidad que Dios tiene pensado para nosotros. En esa “buena alternativa” también puede estar encerrada una evasión o una salida fácil.
  2. 2.      “Ver en nuestros rastros humanos…” Mirarse a uno mismo, encontrar tus cualidades, tus anhelos, tus talentos ¿qué te ha dado Dios para los demás? ¡Cuántas veces pensé que esto era vanidad y egoísmo! Y deje de mirar quién era yo y no sólo eso, me olvidé de quién era yo. En estos días he comprendido que Dios entiende mi humanidad y se comunica a través de mi humanidad, jamás prescinde de ella. Es por eso que no se nos va a aparecer un ángel para descubrirnos la voluntad de Dios. Él nos ha dado inteligencia y voluntad para poder encontrar sus huellas divinas en nuestros rastros humanos. Entonces he pensado, cuánto necesito conocerme, cuánto necesito madurar humanamente y sanar lo que llevo en el corazón.
  3. Hace tiempo un sacerdote jesuita me explicaba que Dios habla al corazón del hombre y que nuestro corazón es como un espejo en donde se refleja la imagen de Dios y en ella su voluntad, pero qué pasa cuando ese espejo está roto, sucio, empañado, ¿qué tipo de mensaje puedes interpretar? Hay que sanar ese espejo, limpiarlo, restaurarlo. Por eso el discernimiento lleva tiempo y a veces tenemos “fallos” que Dios permite y con los cuáles Dios también actúa.
  4. 3.      “Sus huellas divinas” Cuando comprendí lo anterior me dedique a mirar mis rastros humanos, a tratar de reparar mi espejo, a reencontrar quién era yo… pero tal vez me olvidé de buscar sus huellas divinas.
  5. No se puede mirar la propia vida con paz sin mirar también las huellas divinas. Humanamente las cosas parecieran un fracaso pero, ¿acaso no sucedió así para los discípulos ante la muerte de su Maestro? Es ahí en donde entra la maravillosa visión de esperanza que Cristo nos deja en el Evangelio: “Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante” Jn 12, 24 
  6. Perdemos la perspectiva de nuestra vida cuando dejamos de penetrar en el Evangelio  y dejamos de buscar sus huellas amorosas y sanadoras en nuestra vida.

¿En qué momento deje de pensar que era un ser humano con un cuerpo, con unas necesidades físicas, emocionales, afectivas? ¿En qué momento dejé de tratarme como tal y llegué a pensar que Dios me hablaría más “espiritualmente”? No lo sé…pero el Señor en su gran Misericordia me ha dejado ver la grandeza del hombre con todo lo que Él es y me he dado una gran lección: búscame a Mí en tu humanidad.

Después de 30 días de intensa vida de oración pude encontrar muchos de sus rastros en mi corazón, pero aun me queda un camino por recorrer, una búsqueda que terminará el día que pueda presentarme delante de Él con toda Su Gloria y Majestad.
Que nuestra Madre hermosa del Cielo, todos los santos y ángeles nos ayuden en nuestro caminar hacia Él. Que nadie se quede en el camino, que todos podamos encontrar la Verdad y seamos verdaderos prójimos para los demás, que aprendamos el AMOR DE AMISTAD que Cristo nos refleja en su vida.

Les comparto estas reflexiones, me encantaría escuchar su experiencia en este tema y así poder enriquecerme. Dios los bendiga mucho, saben que cuentan con mi amistad, gracias por ofrecerme la suya.